El primer gran acto de oración en estos Juegos Olímpicos de París se dio el jueves 25, víspera de la inauguración, en la basílica catedral de San Denís (San Dionisio), donde descansan los restos del santo mártir, que fue el primer obispo de París en el siglo III, junto con reyes de Francia.
La diócesis actuó como anfitriona de los atletas y acompañantes que quisieran recibir una bendición (y una Medalla Milagrosa, y una estampita) junto a la tumba del mártir. Fue un acto de algo más de una hora de duración, con mucha música alegre, coreografías sencillas con niños de la parroquia de la basílica vestidos de deportistas y un papel importante de la Palabra de Dios, compartida por católicos, ortodoxos y protestantes.
En la procesión de entrada participaron jóvenes, clérigos y religiosas, también de otras denominaciones, que durante meses han estado implicados…
Autor: Pablo J. Ginés
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