El entusiasmo oficial con el sínodo de la sinodalidad que nos llega de Roma, tan en contraste con la fría acogida entre los fieles, intenta vender en vano la sugerencia de una ‘refundación’ de la Iglesia, ante la alarma de muchos.
Decía Chesterton que al católico se le pide que se quite el sombrero al entrar en la iglesia, no la cabeza. En efecto, nuestra Iglesia no es una secta que siga ciega las consignas de un gurú o que puede cambiar a capricho de quien la gobierne en un momento dado.
Se puede pensar. Se puede admitir lo que tenemos ante los ojos. Y se puede apreciar a simple vista lo que tiene de ‘timo’ lo que nos intentan vender con tan machacona insistencia.
“Abrimos nuestras puertas, ofrecimos a todos la oportunidad de participar, tomamos en cuenta las necesidades y sugerencias de todos”, dijo Francisco en Lisboa, en referencia al sínodo que comienza en…
Autor: Carlos Esteban

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