Hay un aspecto de la vida y de la espiritualidad cristiana que no se suele subrayar, pero que hunde sus raíces en sólidas bases bíblicas y encuentra su confirmación en la tradición mística, sin alejarse del depósito de la Fe transmitida por la Iglesia. Es el tema de la prisa y de la necesidad de apresurarse en los caminos que el Señor establece para los hombres. En la catequesis y en la teología se insiste mucho en la paciencia de Dios, pero se habla poco de la “prisa de Dios”. Sin embargo, en las Sagradas Escrituras se encuentran numerosas referencias a la prisa como una actitud virtuosa y una virtud necesaria para la vida espiritual.
Aunque es verdad que en el lenguaje común la prisa suele tener una acepción negativa en cuanto “mala consejera” y mala forma de culminar un proyecto o una tarea, al mismo tiempo indica interés, compromiso y entusiasmo por cumplir…
Autor: Miguel Cuartero Samperi
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