Autor: Juan Manuel de Prada
En tiempos tan sombríos, muchos amigos y lectores me preguntan si mi fe no desfallece. Ciertamente, razones para ese desfallecimiento no faltan, ante un presente tan ominoso como el que nos ha tocado en suerte (o más bien en desgracia) vivir. Pero la fe que profeso me enseña a no afligirme ante el presente, en la certeza de que tengo un futuro. Frente al optimismo desesperado propio de nuestra época, que por no creer en el futuro pretende apurar eufóricamente los disfrutes materiales del presente (y que cuando esos disfrutes se amustian o desvanecen, como ahora ocurre, convierte su euforia en angustia), la fe puede permitirse el lujo de ser pesimista en su diagnóstico del presente, a cambio de estar siempre esperanzada.
Pero incluso a las personas con fe nos falta a veces la esperanza. Y es inevitable que así sea, porque el presente nos ofrece razones innumerables para el…