La noticia saltó a media mañana de ayer y se propagó con inusitada rapidez por la diócesis de Madrid a través de llamadas y mensajes al WhatsApp.
El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, se había reunido con el sacerdote Manuel González López-Corps para comunicarle que la Congregación para la Doctrina de la fe había rechazado el recurso que él había presentado contra la sentencia absolutoria al sacerdote y que, por tanto, estaba exonerado de toda acusación y cargos.
Silencio procesal
Por lo tanto, el arzobispo se disponía a levantar las medias cautelares que sobre este sacerdote había impuesto desde el inicio del procedimiento y desde el momento en que se recibió la primera sentencia. Medidas que habían obligado al sacerdote a apartarse de toda actividad pública, con un mandato de silencio procesal según la norma canónica.
Tal y como adelantó Religión Confidencial el pasado 10 de febrero, la Congregación para la Doctrina de la fe en su más alta instancia, la Feria Cuarta, -la reunión de los cardenales miembros de la Congregación-, había desestimado el recurso del arzobispo de Madrid.
Fuentes conocedoras del proceso apuntan que la Congregación, en su comunicación final al arzobispo, manifiesta diplomáticamente su sorpresa de que el cardenal Osoro hubiera recurrido y hubiera solicitado alguna aclaración posterior ante la conclusión de este proceso.
A partir de ese momento, el cardenal Osoro ha iniciado el proceso de la obligada restitución del sacerdote Manuel González López-Corps en sus cargos anteriores a la denuncia. Restitución no fácil por el estado de salud del sacerdote, que durante los años que ha durado el proceso ha visto como el proceso repercutía gravemente en su salud.
Regresará a San Dámaso
Sin embargo, durante este tiempo, el sacerdote madrileño, que regresará pronto a la vida pastoral y académica, en la Universidad Eclesiástica San Dámaso, de la que es catedrático de Liturgia, ha mantenido un ejemplar silencio acrisolado por una vida espiritual, confianza en Dios, y con una particular dedicación al estudio de las Sagradas Escrituras y de la Teología patrística.
Más allá de la alegría que manifestaron sus amigos al conocer la noticia, no pocos de ellos se hacían una serie de preguntas que acompañarán siempre a esta historia.