Todo reino dividido contra sí mismo, será desolado.
Lo dice el Señor Jesús, no yo. Y lo hace saliendo al paso de la acusación que los jerarcas del mundillo religioso del Pueblo de Israel -el Pueblo Elegido, el Pueblo del Libro, el Pueblo que tiene a su favor al mismo Dios, Creador Todopoderoso-, han lanzado contra Él.
Todo, para no reconocer que estaba expulsando a los demonios de las gentes poseídas por ellos. A la vista de todos: simplemente con el imperio de su Voz: era todo el rito, visible ostensiblemente, que exhibía como señal.
Y los demonios salían pitando. A veces, incluso proclamando su Divinidad: para que nadie se perdiese ante tamaño prodigio.
Cómo ha podido caer la Santa Iglesia, nacida de Jesucristo el Jueves santo, en la desunión más absoluta? Porque en ésto está desde el último Concilio.
Se admita o no; se quiera ver o no; se entiendan sus…
Autor: José Luis Aberasturi
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