El lunes de Pascua es un día bonito para morir. Sin hacerle sombra al Maestro, pero con la esperanza de resucitar corporalmente como Él para la vida eterna. Toda la octava de Pascua, además, es como un solo gran día de celebración, porque la Iglesia sabiamente reconoce que algunas celebraciones son tan importantes que se necesitan más de veinticuatro horas para ellas.
Grande es la alegría de esta fiesta porque sabemos que, aunque seguimos muriendo, la muerte ya no tiene el poder de matar para siempre. La última palabra la tiene la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Desde aquella primera Pascua de Resurrección, los cristianos, como Santa Maravillas, sabemos que morir ya no es morir, morir se acaba. Por eso el Apocalipsis puede proclamar: dichosos los que mueren en el Señor.
No obstante, la mayoría de nosotros, incluidos los papas, moriremos con bastantes…
Autor: Bruno Moreno
Los hallazgos científicos que sugieren su autenticidad como reliquia de la Sábana Santa de Turín
Los partidos políticos españoles no quieren a los provida cerca de los abortorios. Les hemos hecho daño y van a por nosotros….seguir leyendo
8 razones que explican por qué muchos católicos ni evangelizan ni se lo han planteado ni plantearán
Dwight Longenecker es un conocido sacerdote católico con amplia experiencia. Converso al catolicismo su camino hacia la Iglesia fue paulatino pues pasó de pastor fundamentalista protestante a evangélico de tipo carismático, luego…
Los 18 beneficios de asistir a la Santa Misa
La misa es el encuentro con Dios Nuestro Señor, pero no sólo con Él, también con nuestro interior, haciendo que mejoremos cada día más como personas. Este encuentro con Nuestro…