Acontecimientos recientes como el cambio de sede social de una gran empresa han provocado una copiosa vomitona de moralina progre que a todos nos ha dejado pingando con sus tropezones. Mientras nos los sacudimos, haremos una sucinta reflexión sobre la ley y la moral.
Decía Santo Tomás que toda ley justa es moral, porque «el efecto que con ella busca el gobernante es un acto moralmente virtuoso: el cumplimiento de algo necesario para conseguir el bien común«. La vida humana tiende a un fin, que es alcanzar el bien; y la moral es el medio para alcanzar ese fin. Así que el gobernante establece leyes que sean camino seguro para evitar que los hombres se desvíen de ese bien.
Esta conjunción entre ley y moral se hace añicos en los regímenes liberales, que postulan que cada hombre puede elegir el fin de su vida que le convenga, que no necesariamente tendrá que ser el bien; y, en sus…
Autor: Juan Manuel de Prada

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