En línea con la habitual heterodoxia de la mayoría del episcopado alemán y la suya propia, el obispo de Augsburgo, Mons. Bertram Meier, usó el púlpito de su catedral el día del Corpus Christi, para contradecir lo que enseña la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia sobre la disposición de los fieles a la hora de poder comulgar.
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