El Papa Francisco celebró este domingo la Eucaristía, el acto central de su viaje a Mongolia, en el Steppe Arena de Ulán-Bator.
«Con las palabras del Salmo hemos rezado: ‘Oh Dios, […] mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua’. Esta estupenda invocación acompaña el viaje de nuestra vida, en medio de los desiertos que estamos llamados a atravesar», comenzó diciendo el Papa.
La vida como un desierto
Francisco comparó las extensas estepas mongolas con la vida del hombre. «Y es precisamente en esa tierra árida donde llega hasta nosotros la buena noticia. En nuestro camino no estamos solos; nuestras sequedades no tienen el poder de hacer estéril para siempre nuestra vida; el grito de nuestra sed no permanece sin respuesta. Dios Padre ha enviado a su Hijo para darnos el agua viva del Espíritu Santo que apague la sed de…
Autor: Juan Cadarso
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