Al hablar de «mis» derechos, me encuentro en una situación semejante a la que plantea la pregunta de si «mi vida es mía». Quien ponga en juego su «mirada profunda», advertirá pronto que cada uno de sus derechos surge de un deber.
Cuando tengo el deber de superar un examen, me veo asistido del derecho de contar con un profesor que me oriente acerca de cómo prepararlo y me facilite los medios para ello. Contar con los medios es mi derecho, pero el movilizarlos con el esfuerzo correspondiente es mi deber.
Al subir al nivel 2 –el de la creatividad y el encuentro–, nos sentimos llevados a crear relaciones de encuentro con otras personas y con las obras culturales que la humanidad ha creado para fundar relaciones de unidad cualificada con el entorno. Para realizar estos deberes, nos vemos dotados de ciertos derechos correlativos, que constituyen en conjunto lo que llamamos «la…
Autor: Alfonso López Quintás
La Iglesia al fin de los tiempos
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Profecías de al Virgen que se están cumpliendo ahora
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