Queridas Beatas María Pilar de San Francisco de Borja, Teresa del Niño Jesús y María Ángeles de San José:
Siempre que llega vuestra fiesta, el 24 de julio, víspera de la gran solemnidad del apóstol Santiago, doy muchas gracias a Dios por haberme regalado vuestra maternidad espiritual desde que empezaba a dar mis primeros pasos como carmelita descalzo. Habéis estado muy cerca de mí en todos los momentos importantes y sencillos, sobre todo desde el día de la ordenación sacerdotal hace algo más de 10 años. El motivo queda entre nosotros y los que me conocen muy bien; bueno lo voy a contar para los que no lo sepan: pocos días antes de ser ordenado sacerdote recibo como inesperado regalo una reliquia vuestra. Una pequeña parte de vuestros restos mortales me acompaña desde entonces y eso lo noto en todos los sentidos de la vida. Pero vamos a lo que quiero subrayar ahora,…
Autor: Sólo Dios basta
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