Por: George Weiwel
(ZENIT Noticias / Denver, 13.03.2023).- En su Constitución Dogmática sobre la Iglesia (Lumen Gentium), el Concilio Vaticano II frenó con firmeza el «ultramontanismo», la teoría recalentada de la supremacía papal que reducía a los obispos locales a directores de sucursal que se limitan a ejecutar los dictados del director general de la Catholic Church Inc. en Roma. El golpe de gracia para el concepto distorsionado de autoridad eclesial del ultramontanismo llegó en el párrafo 27 de la constitución dogmática:
Los obispos, como vicarios y embajadores de Cristo, gobiernan las iglesias particulares que les han sido confiadas. (…) Esta potestad, que ejercen personalmente en nombre de Cristo, es propia, ordinaria e inmediata, aunque su ejercicio está regulado en última instancia por la suprema autoridad de la Iglesia, y puede ser circunscrito por ciertos…
Autor: Redacción Zenit

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