Cortesía de la edición española de Magníficat
Por Antonio Lerma Salazar, SdJ
Amado Jesús: en la cruz nos regalas tus siete palabras. Las valoramos en todo lo que son. Lo hacemos porque cada una viene de ti y, por eso, son «palabras de vida eterna». Lo hacemos también porque son las últimas palabras de tu vida terrena: expresan y condensan tu existencia y las demás palabras que has pronunciado hasta ahora. En ellas contemplamos la sustancia de tu vida. Las valoramos por lo que físicamente te cuesta pronunciar cada una.
Los científicos nos han hablado de los dolores que sufriste en tu crucifixión, que fue un acto de tortura. Tales descripciones nos ayudan a comprender lo que padeciste en tu cuerpo; por eso, caemos en la cuenta de lo implicó pronunciar cada una de estas palabras. Gracias, Señor, por darnos tus palabras.
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Autor: redaccioninfovaticana
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