La imagen lo dice todo. Si antes las iglesias se llenaban de novias veladas y ramos blancos, hoy parece que el altar ha perdido protagonismo. Desde 2007 hasta 2019, se celebraron 2,2 millones de matrimonios, y la gráfica muestra un cambio abrumador: la línea de las bodas civiles asciende con fuerza, mientras la de las bodas católicas cae en picado. ¿Por qué?
Hace un par de décadas, el matrimonio por la Iglesia era casi automático. Para muchos, casarse en la parroquia del barrio era lo más «normal», no tanto por fe, sino porque “así se ha hecho siempre”. Había un componente cultural, social y estético que lo hacía casi irrenunciable. Pero la tendencia cambió, y quizá, en el fondo, eso no es tan malo como parece.
Más que números, un cambio de paradigma
Esta caída vertiginosa de las bodas católicas podría considerarse una derrota para la Iglesia, pero también…
Autor: Jaime Gurpegui
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