Santa Hildegarda de Bingen vivió hace cerca de mil años en Alemania. Desde pequeña se dio cuenta de que «veía cosas» que otros no percibían. Se trataba de un don que le otorgó Dios para descubrir la «viriditas» o «fuerza verde» que reside en todos los seres creados.
Y no, no es ciencia-ficción: la propia Iglesia refrendó sus enseñanzas distinguiendo a Santa Hildegarda como una de las únicas cuatro Doctoras de la Iglesia a lo largo de la Historia. Posteriormente, tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI reconocieron la enorme aportación de esta monja benedictina.
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Autor: ReL
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