(Regis Martin en Crisis Magazine)-A menudo se dice que la vida es un problema por resolver. Como la suma de dos más dos, por ejemplo, para cuyo descifrado no hace falta ser un ingeniero aeroespacial. Ni poner a alguien en la luna, para lo que sin duda sería útil saber algo de ingeniería aeroespacial.
Pero la vida no es un problema que haya que resolver. Más bien es un misterio que hay que vivir y, no pocas veces, soportar, que es lo que la convierte en un drama tan profundo y persistente. De hecho, su imprevisibilidad hace que la vida sea a la vez peligrosa y deliciosa. A cada paso, te ves obligado a enfrentarte a un futuro que simplemente no puedes prever.
Es un futuro cargado de promesas, incluso escatológicas, de largo alcance, incluida la perspectiva de pasar la eternidad en compañía de Dios, de sus ángeles y de sus santos. ¿Quién podría imaginar una consumación…
Autor: redaccioninfovaticana
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