Francisco ha tratado últimamente de la bendición de parejas homosexuales y del diaconado femenino, las dos próximas y poco sorprendentes sorpresas del ‘Dios de las sorpresas’ para la Iglesia. Porque, al parecer, el futuro pertenece a esas añosas ideas que se describieron en su día como ‘liberalismo eclesial’ y que coinciden grosso modo con los anhelos de la izquierda política.
El Papa, este Papa, ama el cambio. No podría recopilar todas las veces que nos ha invitado a acoger el cambio y nos ha regañado agriamente cuando nos ve reacios a sus revoluciones o nos demoramos en el camino mirando atrás. Hay que ‘avanzar’, siempre.
Ese prurito por ‘ir adelante’, por superar el pasado como inevitablemente imperfecto, si no directamente insalvable, en política tiene un nombre, progresismo, que encierra una paradoja que también afecta a su rama eclesial: quien habla…
Autor: Carlos Esteban

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