Los ingentes adelantos tecnológicos y científicos han ensoberbecido al hombre a tal grado, que muchos han sustituido la religiosidad natural por la idolatría del hombre y de todo aquello que se considera parte de un “progreso” que se antoja imparable. De esta manera, el hombre actual ha sido seducido con la primitiva, pero siempre atractiva promesa luciferina: “Seréis como dioses” (cf. Gén 3, 5).
Mas, a pesar de todos los innegables adelantos que ofrece nuestro mundo, nuestros días sobre la tierra siguen siendo, como advirtiese el santo Job (8, 9) una sombra. Pues por más larga, placentera y próspera que sea esta vida, bien sabemos que, más temprano que tarde, llegará a su fin. No obstante, y a pesar de la evidente brevedad de nuestros días, evitamos ser interpelados por las trascendentales cuestiones que giran alrededor de la vida y la muerte, a fin de no…
Autor: Angélica Barragán
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