Hace tres años Jamie Shupe aparecía en medios de comunicación de todo el mundo al convertirse gracias a los tribunales en la primera persona reconocida legalmente en EEUU como de “género no binario”. “No soy un hombre. No soy una mujer (…) Soy una mezcla de los dos. Me considero como un tercer sexo”, afirmaba.
Su caso fue ampliamente seguido en los grandes medios y fue utilizado como reclamo por los grupos LGTB, que lograron que en varios estados se reconociera este “género no binario” como legal para determinados documentos oficiales.
«Todo fue una farsa»
Ahora Shupe ha pedido oficialmente ser considerado de nuevo varón, su sexo biológico, considerando que “todo fue una farsa”. Ni su etapa transgénero ni la posterior “no binaria” pudieron ocultar la verdad de su realidad biológica. Y así lo reconoce ahora en un testimonio en primera persona publicado en The Daily Signal y que arroja hechos preocupantes sobre qué hay detrás de la ideología de género.
En primer lugar relata el temor que los médicos tienen a esta ideología y a ser acusados de transfóbico. Eso provocó que pese a los problemas mentales diagnosticados que presentaba ningún especialista le impidiera el tratamiento hormonal que quería. Y el que puso pegas fue pronto denunciado y no volvió a poner más problemas.
Igualmente, cuenta cómo fue instrumentalizado por los grupos de presión LGTBI en connivencia con los grandes medios. En cuanto empezó a salirse de su discurso fue silenciado y dejó mediáticamente de existir. Y otro dato llamativo de su testimonio está directamente relacionado con la histórica sentencia del juez de Oregón que le reconoció su género “no binario” y cuyas consecuencias fueron más allá de su propio caso. Su abogado le dijo justo antes del juicio que todo saldría bien porque el magistrado tenía un hijo trans. Durante el proceso, el juez no hizo preguntas ni puso pegas, simplemente dio la razón a Jamie.
Problemas mentales diagnosticados
Este hombre confiesa que todo empezó en 2013 durante una grave crisis de salud mental. Fue a ver a una enfermera y le pidió una receta para hormonarse. Aunque no le conocía, la facultativa se las recetó ese mismo día sin hacer preguntas.
“La enfermera ignoró que tengo un trastorno crónico de estrés postraumático tras haber servido previamente en el ejército durante 18 años. Todos mis médicos están de acuerdo en eso. Otros creen que tengo un trastorno bipolar y posiblemente un trastorno límite de la personalidad”, explica.
Durante 18 años Jamie sirvió en el Ejército de EEUU
Pese a sus evidentes problemas empezó el tratamiento hormonal para más adelante poder realizarse una cirugía. Asegura ahora que en todo ese tiempo tan sólo una terapeuta intentó hacerle ver la realidad, pero Jamie presentó una queja formal. El estigmatismo profesional y el miedo a ser catalogado de intolerante hicieron el resto. Nadie más le cuestionó el tratamiento.
Como exmilitar, Jamie asegura que su “historia traumática” se asemejaba a un viaje por la carretera de la muerte durante la primera Guerra del Golfo. “Cuando era niño fui abusado sexualmente por un pariente masculino. Además mis padres me pegaban severamente. He estado expuesto a tanta violencia que no sé cómo explicar por qué sigo vivo. Tampoco sé cómo procesar mentalmente algunas de las cosas que he visto y he experimentado”, confiesa este hombre.
La realidad de que no era una mujer y el género «no binario»
Además de las hormonas empezó a vestirse como una mujer. Iba con peluca, faldas, zapatos de tacón… Sin embargo, tres años después de su ‘paso’ de hombre a mujer se miró un día en el espejo y su fachada de supuesta feminidad se había derrumbado. A pesar de los años de tratamientos no se parecía en nada a una mujer. “El sexo biológico es inmutable”, afirma.
Una vez caído ese mito de ser mujer dio un paso más y pidió a dos de sus médicos ser “no binario” en vez de transgénero. “Para escapar de la ilusión de haberme convertido en mujer hice algo sin precedentes en la historia de Estados Unidos. En 2016 convencí a un juez de Oregón para que declarase que mi sexo era no binario, es decir, ni masculino ni femenino”, recuerda.
Utilizado como propaganda LGTB
De este modo, Jamie relata que “la histórica decisión judicial me catapultó a la fama instantánea dentro de la comunidad LGTBI. Durante 10 días seguidos los medios de comunicación no me dejaron ni dormir”.
A partir de ese momento se convirtió en un filón para el lobby LGTBI. Rápidamente, uno de estos grupos le ofreció ayuda legal y en unos meses se convirtió de nuevo en la primera persona a la que le revisaron su certificado de nacimiento cambiando su sexo de nacimiento de varón por el de “desconocido”.
Era una estrella mediática que había abierto camino a otros hasta que osó cuestionar el cambio de sexo en niños y la aceptación de transgéneros en las Fuerzas Armadas. Desde ese mismo instante todas las organizaciones LGTB que le apoyaban y le ponían de ejemplo le abandonaron, y con ellos todos los grandes medios de comunicación que le llamaban constantemente.
“La verdad que mi cambio de sexo a ‘no binario’ fue un fraude médico y científico. Hay que considerar el hecho de que antes de que se llevara a cabo la histórica audiencia general, mi abogado me informó que el juez tenía un hijo transgénero. Efectivamente, la mañana de mi breve audiencia en el juzgado, el juez no me hizo ninguna pregunta. Tampoco exigió ver ninguna prueba médica. En cuestión de minutos, el juez firmaba la orden judicial”, reconoce.
La verdad de «mi realidad biológica»
Esta decisión judicial acabaría costando a los contribuyentes millones de dólares puesto que se tuvo que colocar una casilla con el género no binario en las licencias de conducir de hasta la fecha once estados. En su opinión, el juez se debería haber recusado y cree que esto le podría haber evitado a él más confusión.
Finalmente en enero de este 2019 sin poder aguantar más esta situación Jamie ha vuelto a reclamar su sexo masculino de nacimiento. “El peso de la mentira sobre mi conciencia era más pesado que el valor de la fama que había ganado al participar en esta elaborada estafa”, considera ahora.
Por ello, este estadounidense admite que “dos identidades de género falsas no podían ocultar la verdad de mi realidad biológica. No hay tercer género o tercer sexo. Como yo, las personas intersexuales son hombres o mujeres”.
Artículo ligeramente actualizado del original publicado en ReL en marzo de 2019.