Estos días asistimos a la celebración de los JJOO 2024. París se convierte en escaparate del mundo y miles de deportistas compiten dando lo mejor de sí mismos, asombrando con su ejemplo de respeto, superación y entrega a través del deporte.
Frente al espíritu olímpico unificador y de paz, el mundo ha asistido, atónito, a la ceremonia de apertura de los juegos, que nos ha ofrecido otra imagen: un París tomado por la policía, rememora, a ritmo de heavy metal, como nuestros valores modernos giran en torno a la cabeza de la pobre María Antonieta rodando por una plaza, y destroza sus ya maltrechos fundamentos morales, riéndose de Jesucristo y de la Eucaristía y mostrando la decadencia de una nación y de un continente.
Por encima de la evidencia, cada vez menos esquiva, y la indignación que nos causa a los ciudadanos honestos pagar con nuestros…
Autor: redaccioninfovaticana
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