La cultura judeocristiana, que tiene ya más de 3.000 años de tradición y sigue siendo la más influyente de la historia humana, se ha construido sobre la noción de que los padres tienen la autoridad y el deber de educar a los hijos, y eso incluye reprenderles y regañarles. La Biblia trata el tema en numerosas ocasiones, y lo aplica después a la relación entre Dios Padre y sus hijos, los hombres.
Así, en la Carta a los Hebreos (12, 9-11), los primeros cristianos reflexionaban: «tuvimos padres terrenales para disciplinarnos y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero El para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Al principio, ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido…
Autor: ReL
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