Durante décadas, la norma cultural dominante en buena parte del mundo secularizado fue el “catolicismo discreto”: quien creía, creía en privado; quien iba a misa, lo hacía sin nombrarlo demasiado; quien hablaba de Dios, lo hacía en círculos reducidos o en clave cultural, no confesional. La fe era tolerada siempre que no reclamara visibilidad. A esta dinámica la investigación sociológica le llamó la privatización moderna de la religión.
Autor: Ignasi de Bofarull
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