«Al principio mi experiencia me alejó de Dios. Me era difícil confiar y volver a Él. ¿Dónde estaba Dios cuando mataron a mi padre, cuando me torturaban? Tras mi proceso de sanación, encontré respuestas a mis preguntas. He aprendido que Dios nunca me ha abandonado. Pese a todo lo que he sufrido, seguiré confiando en Él y le serviré durante el resto de mi vida»
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