Autor: ReL
Los partidos estadounidenses celebraban este martes en Ohio e Indiana varias primarias para las elecciones midterm [de mitad de mandato], legislativas y de gobernadores, del próximo noviembre. Una de las batallas más interesantes era la que definiría el candidato republicano al Senado por Ohio, porque en ella se iba a medir también cuál es el peso de Donald Trump sobre el electorado del GOP [Great Old Party].
Y ha quedado muy claro. J.D. Vance iba tercero en las encuestas, con un 10% de los votos (se presentaban cinco candidatos) hasta el 16 de abril. Ese día, Trump le respaldó públicamente, una opción dura para el 45º presidente porque los otros aspirantes habían sido más ‘trumpistas’ que Vance, en su día crítico con él. Pero… “él es el candidato más cualificado y capaz de ganar” al demócrata en noviembre, dijo. A partir de ahí, subió rápidamente en los sondeos hasta liderar el último de ellos con un 26% de votos y 3,5 puntos de ventaja sobre el segundo. El resultado electoral ha sido aún mejor: ha ganado con un 32% de los votos y 8 puntos de ventaja sobre el segundo.
‘Hillbilly’: la rebelión de las clases medias
En los agradecimientos tras la victoria, Vance lo dijo muy claro: “Muchos de los ‘fake news media’ [medios de comunicación al servicio del sistema]”, dijo señalándoles físicamente sin complejos, al estilo del propio Trump o del gobernador de Florida, Ron de Santis, “querían escribir el relato de que esta campaña sería la muerte de la agenda MAGA [Make America Great Again] de Donald Trump: señoras y señores, ¡no ha sido la muerte de la agenda MAGA!”.
Lo cierto es que si hay alguien que puede encarnar a nivel intelectual esa agenda es el propio Vance, autor de un libro, Hillbilly, una elegía rural. Memorias de una familia y de una cultura en crisis, que en 2016 fue un bestseller en Estados Unidos y también se ha publicado en español y en otras lenguas. Una obra imprescindible para entender el desapego de la clase media norteamericana respecto a sus élites progresistas, no solo por razones económicas, sino ante todo y sobre todo por razones culturales. En su discurso de este martes, precedido por sones de música country, Vance no descuidó una alusión a las raíces [grassroots] que busca destruir el establishment globalista.
‘Hillbilly, una elegía una rural‘ explica por qué la llamada ‘América profunda’ ya no soporta la prepotencia de las élites que la han arruinado económicamente y además quieren robarle el alma y la identidad.
James Donald Vance tiene 37 años y es un ex marine que sirvió en la Guerra de Irak y se doctoró en Derecho en Yale, donde conoció a su esposa. Hijo de padres divorciados y criado por sus abuelos, está casado con la abogada Usha Chilukuri, con quien tiene tres hijos, y quien ha trabajado con el juez John Roberts, que preside el Tribunal Supremo.
Católico en presencia de Rod Dreher
Hace tres años, Vance se bautizó católico en el priorato dominico de Santa Gertrudis, en Cincinnatti (Ohio). Lo hizo en presencia de su amigo Rod Dreher, el autor de La opción benedictina, a quien explicó sus razones en The American Conservative: «Hace tiempo que estaba convencido de la verdad del catolicismo. Fui educado como cristiano, pero nunca tuve grandes vínculos con ninguna denominación y no me bautizaron. Cuando empezó a interesarme más la fe, hice tabla rasa y busqué la iglesia que más me atrajese intelectualmente».
Por ese motivo eligió a San Agustín: «Es un defensor increíblemente potente de las cosas que cree la Iglesia». Ha meditado las Confesiones y profundizado en La Ciudad de Dios, «increíblemente relevante ahora que estoy reflexionando sobre política… Agustín me abrió el camino para comprender la fe cristiana en una forma fuertemente intelectual. Tuve una fase de ser ateo furibundo. Como alguien que pasó buena parte de su vida comprando la mentira de que tienes que ser idiota para ser cristiano, Agustín me demostraba real y conmovedoramente que eso no es verdad».
J.D. Vance con el padre Henry, en el día en que le bautizó, en agosto de 2019.
Vance no teme la actual situación de confusión en la Iglesia: «La esperanza de la fe cristiana no hunde sus raíces en una conquista a corto plazo del mundo material, sino en el hecho de que es verdad y de que, en el largo plazo, a trompicones, triunfará».
Le atrae la doctrina social de la Iglesia y cree que debe ser propuesta sin temor a perder popularidad, no solo en cuestiones como el aborto, sino tampoco en cuestiones de índole económica: «Estar en la vida pública es, en parte, una competición de popularidad. Si intentas hacer cosas que gusten a la mayor cantidad de gente posible, probablemente no harás cosas coherentes con el magisterio de la Iglesia católica«.
El término ‘hillbilly’ lo usan despectivamente sus adversarios, pero a los afectados («los deplorables», en célebre expresión de Hillary Clinton) no les estorba. Como muestra, los dominicos que forman Los Tomistas Hillbilly, con varios discos grabados, quienes reivindican esas raíces. Aquí interpretan ‘Our help is in the name of the Lord’ [Nuestra ayuda está en el nombre del Señor].
En el caso del aborto, Vance es muy claro, y se ha manifestado contrario incluso en los casos de violación o incesto porque «hacer dos males no se convierte en un bien». El grupo provida más importante el estado, Ohio Right to Life, le había respaldado también en estas elecciones. Su presidente, Marshal Pitchford, afirmó que «J.D. Vance es 100% provida y confiamos en que no solo sostendrá la causa de la vida, sino que defenderá a los no nacidos ante Planned Parenthood y sus aliados en la capital de nuestra nación», en clara alusión a Joe Biden.
Vance fue educado por sus abuelos en el sueño americano y el trabajo duro, y sin embargo vivió en la generación de sus padres, hijos del 68, los males de la droga (su madre tuvo problemas al respecto) y la promiscuidad. De ahí, explicó a Dreher hablando de sus convicciones, su lucha por ser «una buena persona cuando no has tenido una infancia fácil»: «Eso quiere decir ser un buen marido y un buen padre, y ser capaz de alimentar a tu familia».
Algo que tiene asimismo una traducción espiritual, y en lo que Vance demuestra que ha comprendido muy bien la diferencia entre el protestantismo y el catolicismo: «Uno de los puntos más atractivos del catolicismo es que el concepto de gracia no se plantea en términos de epifanía. No es como recibir una gracia y de pronto pasas de ser una mala persona a ser una buena persona. Siempre está actuando sobre ti. Eso me gusta».
Un futuro prometedor
Vance trabaja como analista político e inversor, pero si en noviembre consigue el cargo de senador por Ohio, no cabe duda de que tiene una prometedora carrera política por delante. Tiene convicciones, apoyos, relaciones y ahora, además, votos.
Aunque normalmente se buscan para vicepresidente perfiles con mayor experiencia (Kamala Harris es la excepción, y va fracasando en los asuntos que se confían, con el precio de una baja popularidad), Vance, con un hipotético rodaje de dos años en el Senado, podría perfectamente aspirar a figurar en el ticket presidencial que presente el Partido Republicano en las elecciones de 2024. Hoy por hoy solo se barajan dos nombres, Trump y De Santis. Con cualquiera de los dos encajaría bien políticamente… si es que no son ellos dos quienes lo conforman.