El deporte era el pan de cada día de Jessica Langrell, a la que además se le daba cada vez mejor en su Australia natal, hasta que un día Dios tocó corazón a algo mucho más grande. Hoy su nombre es el de hermana Mary Grace, pertenece a las Sisters of Lige, vive en el Bronx de Nueva York y el pasado mes de agosto profesó sus votos perpetuos.
En una entrevista con Catholic Weekly, sor Mary Grace afirma que sólo Dios podría haberla llevado a un convento a 16.000 kilómetros de distancia de su querida familia, amigos y de las playas de Sydney e incluso de la posibilidad de representar a Australia en los Juegos Olímpicos en la modalidad de rugby.
“Cuando era niña nunca vi a una monja. Ni siquiera estaba en mi radar. En todo caso, me aterrorizó algo que estaba tan distante. Honestamente, ni siquiera pensé que la gente estuviera haciendo esto ya, al menos no de buena gana o…
Autor: ReL
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