Me tomo la libertad de proponer al lector que se adentre en este breve texto de San Agustín. Habla sobre la insignificancia como un don de Dios:
¿No es digno de toda admiración el curso ordinario de la naturaleza? Todas las cosas están llenas de milagros, pero la frecuencia los ha hecho vulgares. Intenta darme explicación; mi pregunta versará sobre cosas que vemos a diario. Explícame por qué la semilla de un árbol tan grande como la higuera es tan pequeña que apenas puede verse, mientras que la humilde calabaza la produce tan grande. Sin embargo, la semilla de mostaza, tan pequeña y apenas visible; esa pequeñez e insignificancia -se percibe si se aplica la inteligencia y no los ojos- oculta también la raíz y lleva dentro el tallo, las hojas y el fruto que aparecerá en el árbol. Todo está anticipado en la semilla. No es necesario pasar revista a muchas cosas; las…
Autor: La divina proporción
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