Desde la loggia central de la Basílica de San Pedro, Francisco se dirigió al mundo con el tradicional mensaje y bendición Urbi et Orbi, a la que estaba acordada una indulgencia plenaria para quien, con las condiciones habituales, la recibiese in situ o a través de la radio, la televisión o cualesquiera otras tecnologías de comunicación.
La Plaza de San Pedro, tres minutos antes de la bendición Urbi et Orbi.
«La mirada y el corazón de los cristianos de todo el mundo se dirigen a Belén«, dijo el Papa, en una alusión doble al misterio del nacimiento de Jesús y a la guerra que se vive en Tierra Santa tras los crímenes terroristas de Hamás del 7 de octubre.
La auténtica alegría de la Navidad
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Autor: Jesús M.C.

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