El primer gran acto de Francisco durante su visita apostólica a Verona, capital de la provincia del mismo nombre en la región del Véneto, tuvo lugar en la basílica de San Zenón, donde le esperaban sacerdotes y consagrados.
El templo dedicado a este monje del siglo IV, obispo de la ciudad, es célebre porque en su cripta se produjo el desventurado matrimonio de Romeo y Julieta, dos de los personajes más célebres de Shakespeare.
En su discurso ante el cuerpo de San Zenón, que presidió el acto, el Papa reflexionó sobre dos puntos: la llamada de Dios a la vida consagrada y la audacia con la que hay que responder a ella.
Fidelidad a la llamada
«En el origen de la vida cristiana está la experiencia del encuentro con el Señor, que no depende de nuestros méritos o de nuestro compromiso», recordó Francisco, «sino del amor con el que Él viene a buscarnos, llamando a la…
Autor: Jesús M.C.
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