Al parecer, cada vez hay más gente que, no contenta con la conversión de las fiestas navideñas en una carnavalada consumista, no soporta que se les dirija un exultante «¡Feliz Navidad!» porque lo consideran una violación de su conciencia y una grave falta de respeto. Y, en el colmo del patetismo, proponen como alternativa chusca un «¡Feliz solsticio de invierno!«, dicho para más inri con completa seriedad (lo que, sin duda, lo vuelve aún más chusco).
Resulta, en verdad, un empeño ridículo, pues la Navidad, por su propia definición, es una fiesta cristiana que conmemora la Encarnación de Dios. De modo que quien no crea en Dios o no crea en su Encarnación tendría que conformarse con no celebrar la fiesta, aprovechando el asueto para el honesto (o deshonesto) esparcimiento. Pero no, señor; en lugar de desentenderse de la Navidad pretenden ‘resignificarla’ volviendo…
Autor: Juan Manuel de Prada
Los beneficios de la oración
“Más que nada, la oración te permite echar un vistazo a tu interior y alinearlo con el corazón de Dios. La oración no es un monólogo en el cual nos…
No celebres Halloween, sino quieres rendir a Satán sin saberlo.
Los orígenes de Halloween se remontan a los ritos que se hacían los sacerdotes druidas celtas para ofrecer al dios de los muertos. En ellos sacrificaban a personas. Y nosotros los cristianos a quien servimos, celebramos, adoramos y amamos, es al Dios de los vivos… seguir leyendo
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