La Madre de Dios fue perpetuamente virgen: es decir, antes, durante y después del parto. Este dogma de fe, uno de los cuatro que conciernen a Nuestra Señora (junto a la Inmaculada Concepción, la maternidad divina y la Asunción), no explica -por su carácter milagroso– cómo se verificó la virginidad física «durante» el parto.
Autor: ReL
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