Autor: José Carlos Súbtil
Cuando nos bautizan quedamos revestidos de Cristo. Esto nos hace ser sacerdotes, profetas y reyes. Creo que los católicos no hemos sido conscientes del calado de este hecho y pensamos, por ejemplo, que un profeta es una especie de arcaico adivino especializado en religión. ¡Uf, que mala pinta tiene eso! Un bicho raro para ser hoy en día, cuando llevamos todo el saber —Google y YouTube— en el bolsillo.
Pero quiero insistir, y voy a insistir, en un aspecto poco conocido de eso de ser profetas. Hace ya algunos años, a un buen religioso javeriano le oí hacer una reflexión sobre la que he vuelto muchas veces. Su planteamiento era el siguiente: un adivino es una persona que, interpretando hechos actuales —el cómo caen unas tabas, el cómo salen unas cartas de un mazo, la posición de los astros… o hechos personales, sociales e, incluso, estadísticos—, intenta predecir el futuro. Un profeta,…