“Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida”, decía Woody Allen, y tenía mucha razón. Pero a los educadores, padres, profesores o simples ciudadanos – educar educamos todos-, hay otro futuro que nos preocupa, el de nuestros niños y jóvenes. ¿Cómo podemos prepararlos para ese futuro?
La preocupación es tan vieja como la propia humanidad porque los niños no vienen dotados genéticamente con todas las herramientas que necesitan para sobrevivir. Ese déficit genético es el que suple la cultura y la .educación
Pero educar no se puede reducir a la mera transmisión del pasado por muy glorioso que fuera – que nunca lo fue, salvo en la indulgencia de la memoria-. Mantener los pilares del pasado sí, pero inmovilizarse en ellos es un rancio tradicionalismo que el dinamismo de la vida misma se encargará de ridiculizar. Respeto y…
Autor: Por mí, que no quede
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