(Anthony Esolen en Crisis Magazine)- Un día, cuando estaba en el último curso del instituto, entré en el lavabo y me siguió un alumno de primer curso cuyo nombre conocía, aunque no sabía nada más de él. Era un tipo tranquilo. Mientras me lavaba las manos, se acercó a mí y me preguntó si quería… algo que el lector puede adivinar.
Le dije que no, que no quería. Pero me sacudió un poco. Nunca había oído que a nadie le preguntaran algo así. Así que hablé de ello con mi padre aquella noche. Entonces me contó la historia de cómo, cuando era joven y estaba fuera de casa, trabajando en una fábrica de Nueva Jersey, el capataz pareció tomarle cariño y le invitó un día a cenar a su casa. Mi padre fue, sin sospechar nada, y el hombre le hizo una proposición… y recibió como respuesta un montón de palabras airadas. No recuerdo si mi padre renunció o si el capataz…
Autor: redaccioninfovaticana
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