Autor: redaccioninfovaticana
En su reciente carta apostólica Desiderio desideravi, el papa Francisco, deseando ver al mundo católico occidental unido en el aprecio del Novus Ordo, nos ruega que volvamos a ser un pueblo capaz de percibir los símbolos. Parece intuir, aunque no lo dice abiertamente, que el vehículo de un símbolo no es sencilla y completamente arbitrario. Ello se debe a que el material que utilizamos para los símbolos procede de la mano creadora de Dios, y está imbuido de su propio poder de significación que podemos aceptar o rechazar, ser enseñados por él o permanecer ignorantes.
«La Liturgia», dice, «está hecha de cosas que son exactamente lo contrario de abstracciones espirituales: pan, vino, aceite, agua, perfume, fuego, ceniza, piedra, tela, colores, cuerpo, palabras, sonidos, silencios, gestos, espacio, movimiento, acción, orden, tiempo, luz. Toda la creación es manifestación…