Parece que el Vaticano se ha levantado con ganas de innovar… a su manera. En un movimiento sorprendente (o no tanto), el Papa ha nombrado a Sor Simona Brambilla, una mujer, como Prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Pero, antes de que las hordas progresistas preparen sus pancartas de «rompamos el patriarcado», viene el giro argumental: la han acompañado con el flamante Pro-Prefecto, el cardenal Ángel Fernández Artime, exrector de los salesianos, para que supervise que la señora no se emocione demasiado tocando cosas importantes.
Vamos, que en la práctica es como regalarle a alguien las llaves de un Ferrari… pero con el freno de mano puesto y la advertencia de que un copiloto «con experiencia» te diga cuándo puedes girar el volante.
Simbolismo bien, pero controlado mejor
Este curioso esquema deja clara una…
Autor: Jaime Gurpegui
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