Autor: José María Carrera
Durante ocho años, Steven A. Richards vivió como una mujer. Desde pequeño tuvo un listado de afecciones que, al no ser tratadas -como sucede en muchos otros casos– desembocaron en una profunda disforia de género. La experiencia, relata en su blog, le dejó “delirante, paranoico y enfermo”. Hoy sabe que nunca podrá ser el que era y advierte a todos los públicos sobre la perversión trans. Especialmente, sobre su verdadero objetivo, “la autoaniquilación”.
El calvario de Steven comenzó a los 14 años, con unos problemas que le sepultaron uno detrás de otro hasta casi sumirle en la locura.
Primero fueron las agresiones que sufrió su madre cuando él era pequeño. Después llegó el acoso y abuso sexual en la escuela. Llegó el turno del diagnóstico del TOC y del autismo. Y finalmente, el autoconvencimiento de que, aunque “nunca había participado en una pelea”, como hombre blanco era…