He leído con atención la biografía del nuevo predicador de la Casa Pontificia, el padre Roberto Pasolini, y no puedo evitar hacer una reflexión proyectiva. No hay nada en el texto que sugiera que su madre sea una prostituta. Nada. Ni una línea, ni una insinuación.
Pero, siguiendo el ilustre método de interpretación bíblica que él mismo promueve, podría ser razonable preguntarse si tal cosa es posible. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, según el padre Pasolini, basta con proyectar nuestras propias preguntas sobre un texto para explorar posibilidades ocultas, aunque inexistentes.
No hay límites cuando uno decide interpretar todo bajo el prisma de la proyección personal. Si Pasolini puede sugerir que Jesús tuvo relaciones homosexuales con sus discípulos o con Lázaro porque «hay expresiones fuertes» de amor y afecto, ¿por qué nosotros no podríamos tomar cualquier…
Autor: Jaime Gurpegui
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