La sala de lo civil del Tribunal Supremo ha hecho pública la Sentencia de Pleno 277/2022, de 31 de marzo, en la que se afirma que “la gestación por sustitución comercial vulnera los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución y en los convenios internacionales sobre derechos humanos”.
El Foro Español de la Familia pone de relieve la importancia de este respaldo de la Justicia a los menores, a las mujeres y a la institución familiar en general, recordando en un análisis específico realizado por el Foro, las cuestiones éticas implicadas en la práctica de la maternidad subrogada: la ponderación del deseo de los adultos por encima del derecho natural de los hijos a tener un padre y una madre, la instrumentalización de la mujer que lleva a cabo el embarazo, la mercantilización de la vida y la dignidad humana, la selección genética del hijo y la deconstrucción de la institución familiar.
Daño inaceptable
El Tribunal Supremo señala ahora en la Sentencia que la maternidad subrogada supone “un daño inaceptable al interés superior del menor y una explotación de la mujer, ambos son tratados como objetos, no como personas dotadas de la dignidad propia de su condición de seres humanos”. Incide en dicho planteamiento al afirmar que “al niño se le priva del derecho a conocer sus orígenes, es tratado como un objeto de cambio, se cosifica”.
Concluye el Tribunal señalando que la maternidad subrogada supone una “vulneración de los derechos de las madres gestantes y de los propios niños, tratados como simples mercancías”.
Modalidad altruista
Por todo ello, el Foro celebra esta decisión judicial, recordando en el informe adjunto que dichas vulneraciones se producen igualmente en la llamada modalidad “altruista” de la maternidad subrogada, donde los agentes intermediarios se siguen lucrando a costa de la instrumentalización de la vida humana de madres e hijos.
Así, sustituyen el concepto de precio por el de compensación; y comenta la experiencia de países donde sí se ha legalizado esta modalidad “altruista”, como Reino Unido o Grecia, donde, fruto de dicha “normalización”, la demanda ha superado la oferta y ha dado lugar a la inhumana situación de los llamados “países incubadora” y al lucro incesante de intermediarios que comercian con vidas humanas.