Es un hecho evidente y ampliamente visible que nuestra civilización occidental está en franca decadencia. No solo hemos condonado la inmoralidad y el vicio, sino también la fealdad. Basta pasear por cualquier centro comercial un sábado cualquiera para darse cuenta de que el pudor y la modestia, y aun la clase y la elegancia, están casi ausentes en nuestra sociedad. Tatuajes, anillos en las narices, hoyos en las orejas, cortes de cabello no vistos ni en los tiempos más primitivos, cabellos pintados con los más extravagantes colores, pantalones raídos, rotos y hasta sucios, ropa interior que se utiliza al exterior, estómagos de todos los tamaños al aire… eso, por no mencionar otras partes aún menos púdicas que muestran orgullosos hombres y mujeres de todas las edades y constituciones. Todo ello parece indicar que, la sordidez y la vulgaridad es la norma en una sociedad…
Autor: Angélica Barragán

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