Hay evangelios que no se leen: te atraviesan como un rayo inesperado. Versos que no se escuchan: te desgarran por dentro y te obligan a detenerte. El de hoy —“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11,28)— no es una frase bonita para tarjetas; es un grito divino que sacude el alma, una promesa radical que desafía nuestro orgullo y una invitación urgente para quienes ya no pueden más. Para los que se levantan con el corazón agotado. Para quienes ocultan su cansancio detrás de sonrisas forzadas. Para quienes caminan mientras sienten que se deshacen por dentro.
Autor: Matilde Latorre de Silva
No celebres Halloween, sino quieres rendir a Satán sin saberlo.
Holywins, es la alternativa al culto a los demonios que celebramos cada primero de noviembre Tal vez muchos de nosotros hemos celebrado Halloween cuando éramos niños, porque nos parecía divertido…
Consejos para una llevar una vida Cristiana
Llevar una vida Cristiana que agrade a Nuestro Creador y a Nuestra Madre, no es difícil, y menos aburrida, como muchos pueden creer. Sin embargo, necesita dedicación. No basta con…
¿Cómo rezar cuándo nos abruma las preocupaciones?
Las emociones que acompañan a las crisis son a menudo descritas como una sensación similar a olas gigantes rompiendo tú alrededor. Por eso, en sus Ejercicios Espirituales, San Ignacio de Loyola proporcionaba el…



















