El caso Errejón pone sobre el tapete un tema del que no se habla estos días: lo fácil que es ser revolucionario para los demás y apenas combatiente con uno mismo, aspecto este último en el que sí incide, por ejemplo, el cristianismo.
Alguien preguntó una vez a Madre Teresa de Calcuta qué había que hacer para cambiar el mundo y ella respondió: «Empiece por cambiar usted mismo». Y no recuerdo en qué cita, San Josemaría Escrivá decía algo así como «Si cambiamos tú y yo, habrá dos sinvergüenzas menos en el mundo».
Efectivamente, hay un dicho que afirma: «Un revolucionario quiere cambiar el mundo sin cambiar él mismo; el cristiano quiere cambiar el mundo empezando por cambiar él». Esa es la verdadera revolución: la que empieza por uno mismo.
Es, creo, lo que le falta al idealismo o moralismo de la izquierda: que, al ser utopías sin más anclaje que el humano,…
Autor: Miguel Ángel Irigaray Soto
Impresionantes evidencias de la presencia de Dios en el vino y el pan
Desde hace muchos años han ocurrido manifestaciones de Dios en el momento de la eucaristía. Se han desencadenado una serie de fenómenos, en diversos países de todo el mundo que…
La Nueva Era, una secta de cuidado
El reiki y la Nueva Era (New Age), se han extendido cada vez más por la sociedad buscando el bienestar físico y mental que producen. Conoce todos los detalles y…
No celebres Halloween, sino quieres rendir a Satán sin saberlo.
Los orígenes de Halloween se remontan a los ritos que se hacían los sacerdotes druidas celtas para ofrecer al dios de los muertos. En ellos sacrificaban a personas. Y nosotros los cristianos a quien servimos, celebramos, adoramos y amamos, es al Dios de los vivos… seguir leyendo