Que Francia haya incluido el aborto en su Constitución es mucho más que un gesto simbólico. Convierte el materialismo en una forma de filosofía de Estado y a la masonería en la Iglesia de la República. El aborto «es una trampa tendida por el diablo para destruir vidas inocentes, herir la maternidad, atrapar a la mujer en la culpa y condenar a la sociedad al materialismo y, por tanto, al ateísmo».
Lo explica con su habitual claridad Grégor Puppinck, gran defensor del derecho a la vida ante las instituciones europeas, en el número de abril (nº 368) de La Nef:
Aborto: ¿cómo salir de la trampa?
El aborto se vende en Francia como una conquista del feminismo, una libertad para las mujeres y una condición de su igualdad. Esto es históricamente dudoso. El movimiento feminista de los años 60, representado entonces por La Maternité Heureuse [La Maternidad Feliz], fue…
Autor: ReL
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