La diócesis de Barbastro-Monzón parece haberse quedado atrapada en un espejismo vocacional. Mientras otras diócesis logran, aunque sea con cuentagotas, sumar jóvenes seminaristas dispuestos a seguir la llamada de Dios, en Barbastro-Monzón el panorama es… bueno, digamos que el obispo Ángel Pérez Pueyo debe de saber los nombres de sus seminaristas de memoria. Y no es que necesite mucho esfuerzo: solo tiene uno, y no es precisamente un chavalín.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué esta diócesis parece estar sufriendo una sequía de vocaciones? Es inevitable pensar en la plantilla de sacerdotes, que parece haber hecho un pacto con el tiempo para no jubilarse nunca. Una clerecía envejecida, que parece más preocupada por recordar los viejos tiempos que por inspirar a los jóvenes. Y claro, mientras tanto, las vocaciones no llegan.
Pero eso no es todo. Lo que…
Autor: redaccioninfovaticana
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