El 4 de abril se celebró en Francia el entierro de una monja de 103 años. Hasta ahí nada noticioso, dado la cantidad de religiosas de edad avanzada que mueren cada año en todo el mundo. Sin embargo, en la ceremonia hubo algo peculiar. El ataúd de esta Hermanita de los Pobres estaba cubierto por la bandera de Estados Unidos, y además tres suboficiales del Ejército de EEUU viajaron expresamente hasta Francia para escoltar su féretro y presentarle sus respetos.
Fue en su muerte cuando se conoció la increíble historia que se escondía tras esta humilde y anciana monja fallecida. Su nombre era Marie Joseph de l´Assomption, aunque en realidad era estadounidense, a pesar de haber pasado la mayor parte de su vida en Francia.
Al verla con su velo y su hábito azul oscuro en su convento de Caen, en la región francesa de Calvados, pocos podrían haber imaginado que sor Marie Joseph fuera una veterana militar que participó en el desembarco de Normandía durante la II Guerra Mundial y en el desfile tras la recuperación de París por parte de los aliados.
Aquella monjita era en realidad una heroína de guerra y una mujer que abrió camino a muchas otras. Pero al igual que luchó para acabar con la tiranía en Europa durante la guerra, también en este conflicto se enamoró de Cristo a través de unas religiosas que atendían a pobres y heridos de la guerra. Tanto que decidió quedarse en Francia el resto de su vida.
La historia de esta monja hubiera quedado para siempre en el olvido si finalmente la diócesis de Bayeux Lisieux no hubiera publicado una foto del funeral de la hermana Marie Joseph con su féretro cubierto con la bandera de EEUU. Y es que una vez que descubrió a las Hermanitas de los Pobres cerca de donde desembarcaron los aliados el Día-D decidió quedarse relativamente cerca de allí como monja una vez acabó la guerra y sus obligaciones en el Ejército.
Su nombre real previo a su profesión religiosa era el de Mary Ulm. Nació en 1920 en Ohio y llegó a Francia por primera vez durante el desembarco del Día D en 1944. Aquella joven se había enrolado en 1942 como voluntaria en el cuerpo femenino del Ejército.
Mary Ulm trabajaba como telefonista y era encargada de asegurar las transmisiones, una misión crucial para el éxito de las operaciones del que fue el mayor desembarco de la historia. Un tiempo después, a sus 24 años, fue una de los miles de soldados que desfiló en los Campos Elíseos de París tras su liberación.
Durante su misión militar en Francia conoció a las Hermanitas de los Pobres en Lisieux y Caen, lugares en los que estaban estas religiosas, una zona en la que se produjeron duros combates para conseguir afianzar la presencia aliada en el continente europeo.
Aquella joven soldado estadounidense se quedó admirada por el amor que mostraban las religiosas mientras cuidaban a los numerosos enfermos y heridos que les iban llegando. Aquellas imágenes se le quedaron grabadas a fuego en su corazón.
Las Hermanitas de los Pobres es una congregación religiosa fundada precisamente en la Bretaña francesa en 1839 por Juana Jugan (Santa María de la Cruz Jugan) y cuyo carisma es confortar y cuidar hasta su muerte natural a los ancianos, aunque también lo han hecho como en el caso de la guerra con los heridos que les llegaban. Su espiritualidad tiene dos referentes: San Juan Eudes y San Juan de la Cruz.
A su regreso a Estados Unidos, Mary contó a su familia su deseo de convertirse en Hermanita de los Pobres. Cinco años después, en 1950 ingresó en la comunidad de Queens, en Nueva York. Tras estos dos años en el noviciado llegó a Europa, donde pasaría el resto de su vida.
La ya hermana Marie Joseph acabaría pasando por París, pero en otras circunstancias a las de su primera visita allí, Metz, Bruselas y Orleans donde permaneció durante veinte años, antes de terminar sus días en la casa de retiro de las hermanas de Caen.
“La hermana Marie Joseph llegó a nuestra casa en 2018”, cuenta la superiora sor Geneviève, admitiendo que su muerte “tomó a todos por sorpresa”.
“No nos costó mucho imaginarla como soldado, ¡era una mujer llena de energía! Tenía carácter, pero en el buen sentido. Y también muchas réplicas. A todo lo que le decíamos, siempre tenía respuesta, hasta el final de su vida“.
«La hermana Marie Joseph perdió la memoria y ya no recordaba su vida como soldado en sus últimos años», añade la hermana Geneviève..
La superiora sí ha recordado una anécdota de estos últimos tiempos: “cuando la enfermera le trajo una foto de ella donde la veíamos con su uniforme militar, inmediatamente declaró: ‘¡Esa soy yo! Yo tenía veinte años en ese momento’”.
En el funeral celebrado en Caen estaba presenta su sobrino, que curiosamente portaba el uniforme militar.