La Ley de Dios nos parece algo pasado de moda. Lo humano es lo que impera y a lo que damos valor. Valor que defendemos como algo «absoluto» aunque sea un cambiante y relativista. Al darnos cuenta de esto, nos percatamos que el pecado original es tan actual como en los tiempos de Adán y Eva. Queremos ser «como Dios» en todos los sentidos. Por ello, nuestra sociedad se parece mucho a la barca que surcaba el Mar de Galilea en medio de la tormenta. La nave de nuestra sociedad está inmersa en una tormenta de profundo relativismo.
Autor: Néstor Mora Núñez
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