Ha causado consternación, incluso diría yo escándalo, el anuncio de que los padres franciscanos se van a ir este mismo año de Santo Toribio de Liébana por falta de vocaciones, por falta de reemplazo o de mano de obra espiritual. Por extinción, diría yo también.
No cabe dudar de que el obispado de Santander, responsable último de la joya incalculable que allí se guarda –el trozo más grande del Lignum Crucis-, habilitará oportunamente una solución al problema; pero la pregunta es por qué se extinguen los franciscanos, por qué se van extinguiendo poco a poco muchas otras órdenes, por qué escasean tanto los curas, aquí, en Cantabria y en toda España y en toda Europa.
Escribo estas líneas para un periódico laico y sé perfectamente que, aunque cuenta con una mayoría de lectores católicos, las cuestiones religiosas nunca deben ocupar un espacio demasiado grande en…
Autor: Enrique Álvarez
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