En no muchas ocasiones ha venido a esta reseña bibliográfica un libro escrito por un filósofo que no se confiesa públicamente como cristiano, probablemente no lo sea, pero que es capaz de tener presente al cristianismo no volterianamente en su producción tanto filosófica como literaria.
Es el caso de Ernesto Castro, exponente de una nueva generación de filósofos Millenials, profesor de estética de la Universidad Autónoma de Madrid, con pegada en las redes sociales y cuyo vídeos en Youtube alcanzan cifras astronómicas. Y no son precisamente vídeos que aborden cuestiones baladíes.
Nueva generación de filósofos
Esta nueva generación de filósofos está de vuelta de muchas cosas. Una de ellas es entender que el cristianismo es una reliquia del pasado. Lo interesante de algunos exponentes de esta generación es que descubren aspectos del cristianismo que han podido estar preteridos y que ahora adquieren un nuevo valor.
Sería fácil poner el ejemplo de la dimensión estética. Pero ése no es el caso que nos ocupa. En esta primera novela, a modo de diálogo platónico, Ernesto Castro, que sigue siendo un ilustrado entre los nuevos ilustrados, que ha tenido veleidades con los movimientos del 15M y con las ideologías filosófico-políticas en boga, y que confiesa que está elaborando su propio sistema filosófico, “el naturalismo genérico”, nos traslada al campo de concentración de Auschiwtz para asistir a un diálogo en el que una de las protagonistas principales, por no decir la principal, es Edith Stein, Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
Una conversación con Edith Stein
Una conversación en la que aparecen las voces de las principales corrientes filosófico-culturales que hoy están en boga. Una conversación con Edith Stein, es decir, con el cristianismo, desde el punto de vista de la propedéutica filosófica.
Los temas abordados en el contexto de esa “amartía”, de esa esfera de muerte, son muchos. El principal, la muerte misma, por lo tanto, la vida, la muerte o el morir. Pegada a la reflexión sobre la muerte y la vida están las grandes cuestiones de lo humano, desde la relación de Dios con el mal, al sentido de los actos, los fundamentos de la ética, la razón, la fe, el feminismo… Un nuevo diálogo platónico que es más exponente de un clima cultural que una propuesta.
Pero hay que dejar constancia de que no es mucha la literatura, y menos la literatura filosófica, que tenga en estos momentos como interlocutor hábil al cristianismo y a la fe.
Potencial cultural del cristianismo
Por eso hay que agradecer que, además de tener un estilo agradable y de hacer posible que conceptos y lógicas argumentales propias de la filosofía especializada sean comprensibles al gran público, Ernesto Castro reconozca al cristianismo su potencialidad cultural, que da que pensar, es decir, que sigue siendo una interlocutor adecuado para afrontar los grandes retos que el pensamiento le plantea a la humanidad.
Sobre todo porque lo hace sin estereotipos, sin clichés, sin imágenes hechas, sin vulgaridades al uso.
Una oportunidad para una auténtico diálogo. Quizá como los que tenía nuestro autor, cuando era estudiante, con “un chaval que se llama Alejandro Matesanz, que era el único cristiano fervoroso de la clase. Le llamaban el niño-Dios. Teníamos una especie de diálogo como el de Naphtha y Settembrini [personajes de La montaña mágica, de Thomas Mann, caracterizados por ser uno religioso y otro ateo, con visiones opuestas del mundo]. Siempre jugábamos a eso” según dijo en una entrevista en The Objective.
Jantipa o del morir
Ernesto Castro
Temas de hoy
Portada del libro.