En una de las imágenes más elocuentes y eucarísticas, y precisamente en la sobremesa de su última cena, Jesús dice que, separados de Él, no podemos hacer nada que tenga fruto de vida eterna; y que el sarmiento seco ha de cortarse y arrojarse al fuego para que arda (cf. Jn 15, 5-6). Por un lado, el sarmiento no puede vivir sino en la vid, y por otro la vid no puede mantener consigo al sarmiento que se ha necrosado. Suele ser así con los organismos vivos; la amputación es una tragedia dolorosa que a veces se hace indispensable para que el cuerpo mismo siga vivo. Fue así como San Pablo ordenó la primera excomunión de la que tenemos noticia en la historia de la Iglesia, tal como aparece en su primera carta a los corintios, a quienes tuvo que recordar que “un poco de levadura fermenta toda la masa” y que, si se actúa tajantemente, es precisamente para procurar salvación (cf. I Cor 5,…
Autor: Antonio Izquierdo Sebastianes

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