En la Iglesia de Churchill Park United de Winnipeg, nominalmente presbiteriana, celebraron recientemente un ‘curioso’ ritual: la eutanasia de una mujer, Lynda Sanguin-Colpitts.
Que la eutanasia es un asunto muy debatido y que incluso en iglesias que se dicen cristianas se ha admitido como lícita es algo conocido. Lo que todavía no habíamos visto era celebrar un rito religioso ‘de paso’ que tiene como centro el asesinato clínico de una persona. Hasta ahora.
Churchill Park se presenta en su propia página web como una congregación ‘afirmativa’ cuyo culto es “progresista, relevante e inspirador”. Y ha querido demostrarlo protagonizando una muerte rodeada de un ceremonial ‘ad hoc’ en el propio templo, en la ciudad canadiense de Manitoba.
Cuando Sanguin fue diagnosticada con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), decidió aprovechar que la eutanasia es legal en Canadá y que se ofrece como un servicio más en la sanidad pública, pero con una variante: quería que su muerte se produjese en la iglesia, solemnizada con un rito adaptado al ‘tránsito’.
Los responsables de la iglesia aceptaron con entusiasmo y pergeñaron una ceremonia para acompañar a la muerte provocada de su feligresa en una iniciativa que, estamos seguros, no tardará en popularizarse.
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